He visto fracasar a los genios, también a la gente normal, pero en ellos es normal que ocurra, valga la redundancia.
Definamos a los genios: son tipos iluminados, brillantes, distintos. Son esos que se sacaban buenas notas en el colegio sin esfuerzo, y que más encima tenían habilidades naturales para la música, el arte, los deportes y un largo etcétera.
Son elegidos por los Dioses para marcar la diferencia en este mundo, los admiramos (y envidiamos) con la misma fuerza con la que nos aferramos a la vida, esa que será insuficiente para siquiera acercarnos a la fuerza creativa de estos seres superiores.
Sin embargo, siempre hay un “sin embargo”.
Yo agradezco no ser uno de ellos. Y no es que no envidie sus talentos, pero el precio que deben pagar es demasiado alto.
Me consta.
He tenido la oportunidad de conocerlos de cerca, incluso he sido amigo de varios sub tipos de genios, y doy fe de que su vida no es fácil.
Ser un No Genio nos facilita la tarea de sorprendernos, de disfrutar la vida sin tener que andar analizándolo todo. Los genios no, ellos necesitan respuestas. Si no las obtienen sufrirán indeciblemente, y si logran responderlas el vacío los llenará.
Nosotros los normales sabemos que nada de lo que hacemos será perfecto, y si en alguna ocasión aquello ocurre, celebraremos con júbilo aquel accidente. Un genio en cambio, no descansará hasta que su obra (la que le dará trascendencia) sea perfecta. Luego de eso, el rumbo de su vida corre el riesgo de perderse.
Luego de escribir un álbum súper ventas la estrella de rock difícilmente sabe que hacer. El Presidente que termina su mandato ya no tiene desafíos mayores a los que enfrentó (aunque estos no siempre caen en la categoría de genios). Un escritor que le da un autógrafo a un colega que admira buscará de manera frenética la brújula que lo lleve de vuelta a una nueva idea que le permita repetir ese best seller. Ser genio es sobrellevar una pesada mochila cargada con talento, responsabilidades e incomprensión.
¿Cómo podríamos entender el aburrimiento de quienes son superiores a nosotros? ¿Qué derecho tienen de quejarse los bendecidos con talentos únicos e irrepetibles? Nos resulta increíble que quieran quitarse la vida estos malagradecidos, incluso el querer echársela a perder consumiendo drogas y alcohol pareciera ser injustificable.
Los genios son milagros de la naturaleza, excepciones a la regla, fenómenos de circo, todo eso a la vez. Yo no, yo me sacaba puros cincos en el colegio, y prefería ver tele o salir a jugar a la pelota antes que estudiar o pensar.
Creo que en lo único que me parezco a un genio es que ellos (a veces) tampoco quieren serlo. Lástima que no pudieron elegir.