Matías había sorteado exitosamente los pensamientos de esa día. Se sentía mucho más tranquilo que el día anterior.

Casi sin darse cuenta llegó a la avenida. Se detuvo esperando el cambio de color del semáforo cuando una voz lo sacó de su ensimismamiento…

– Joven ¿quiere comprar unas flores?
– No gracias, ya no tengo a quien regalarle – respondió en automático.
– ¿Y porqué lleva ese paraguas tan grande?
– No lo sé, quizá ahora compre uno mas pequeño.

El semáforo se volvió verde. El vendedor lo vio escabullirse rápidamente entre los autos. Matías, sin atreverse a voltear, pensó que había dado demasiada información.

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