Rodrigo puso las bolsas en la camioneta mientras su papá lo esperaba contestando un mensaje en el celular. Al sentarse a su lado, lo miró con expresión sombría, Rodrigo supo que se venía una charla difícil.

El papá avanzó un par de cuadras antes de comenzar a hablar:

– He estado pensando en que no deberías entrar a la Universidad. Al menos no por ahora.

Rodrigo bajó la mirada y no respondió, su papá aprovechó el silencio para reafirmar sus dichos.

– Tú sabes que no me ha ido bien, y creo que es mucho más apropiado para ti que estudies una carrera corta en un instituto, y si te va bien podrás pagarte tú mismo la Universidad más adelante…

“Pero para ir a acostarte con la puta de tu amante si tienes plata, viejo de mierda” pensó Rodrigo. Sin embargo asintió con la cabeza y miró por la ventana.

– Además, está el tema de que no tuviste un rendimiento destacado en el colegio, así que ni siquiera podrías optar a una beca. El año que yo alcancé a ir a la Universidad fue porque me gané ese derecho con mi propio esfuerzo, en cambio tú, que la has tenido harto más fácil, no pudiste conseguirlo.

– Lo siento papá – dijo Rodrigo, con la cara enrojecida.

– Ya no importa.

El vehículo se detuvo frente a la casa.

– Bájate a abrir la reja por favor.

– Bueno.

El papá suspiró aliviado mientras revisaba su celular. Rodrigo se quedó en su pieza el resto del día y sólo bajó a comer.